Fin de miércoles... y de marzo.

Chequeo de la evolución de la cicatrización con uno de los cirujanos.
La cosa va muy bien, pero todavía no llegamos a cantar victoria definitiva. Uno de los puntos de la última herida estaba un poco infectado, así que lo sacaron e indicaron una crema antibiótica. En principio no es algo para preocuparse, pero sí para ocuparse.
Los demás puntos que se habían salido muestran una evolución correcta. Se sigue con el tratamiento de azúcar.

A la vuelta, de pura guapa entró por el garage y subió por la escalera “difícil”. Pequeños triunfos.

Por la tarde, un clásico de clásicos: jardinería y mantenimiento de bonsáis.
Se promete un tour virtual botánico por este medio en breve.


 

Ido el martes.

Hoy, un nuevo desafío superado: la escalera del garage.
Si bien tiene pocos escalones, son altos y en un ángulo bastante empinado. Pero como “había” que buscar no-sé-qué... cuando la necesidad es grande no hay escaleras empinadas ni escalones altos. Y allá fue nomás. Con un poco de ayuda, porque no hay baranda ni lugares de donde sostenerse, ¡pero excursión superada!

Por la tarde inauguró sesiones el Gabinete Gastronómico con todos los integrantes presentes. Planificamos todas las comidas de acá a una semana, con división de roles y postas, para repartir tareas y dinamizar el día a día para todos.
No. No insistan. El lavado de platos es la derrota política más resonante de la última década.

Mañana, nueva visita a uno de los cirujanos para analizar la evolución de la cicatrización.

Otro lunes recorrido.

Y para que no se diga que anda faltando garra de escalera y que sólo se sube cuando se necesita algo, hoy otra vez tuvimos una subida completa hasta el piso de arriba sin haber ido a buscar nada, sólo por subir y ejercitar. Poco a poco se avanza en la confianza escaleril.

Las tareas del jardín siguen sin pausa. Si seguimos así, van a dar ganas de hacer una fiesta de reinauguración en cualquier momento (donde se incluiría la bajada por las escaleras en plan teatro de revista, por supuesto; para algo tanto ensayo).


 

Domingo terminado.

Descanso de escaleras hoy.
Pero jornada doble de jardinería. El otoño viene pisando los talones con el clima, así que se aprovecha todo lo posible para poner al día el departamento botánico, que estuvo en pausa demasiados meses y le dio lugar a la jungla.

Más tarde, un poco de películas.

Y se cerró con panqueques, como ya es casi Ley.

Sábado de súper acción.

Cumpliendo con la amenaza de ayer, hoy hubo de todo. Nada de vagancia de fin de semana.

Se empezó con subida sin escalas hasta la planta superior. No sólo eso: el periplo incluyó jardinería en los rosales y demás macetas de la terraza.

Más tarde, vuelta manzana completa.

Y no quedó ahí. Después se sumó a dar una mano con el cuelgue de ropa lavada.

Y lectura. Y película también.

Se festejó el cartón lleno de la jornada intensa con una panquequeada cortesía del equipo de cocina.

Viernes y cierre de semana.

Lluvia, humedad y máxima vagancia.

Ni jardinería ni escaleras. Hoy ganó la “contemplación”. Y que a nadie se le ocurra suponer que fue pereza, eh.
¿O acaso cree la gente que acá se trabaja todos los días?

Un poco de ayuda en la cocina hubo, eso sí.
No descartamos editar el “Recetario Completo para Internaciones Domiciliarias y Otros Despelotes”. Habría firma de autógrafos, suelta de palomas y service de bonsáis a precios promocionales.

Y se fue otro jueves.

Hoy, lluvia día completo, así que al jardín lo miramos desde adentro.

Pero otra vez necesitó buscar algo del arriba. Esta vez, unas zapatillas. Así que ahí fue a la carga, directo y sin escalas arriba por la escalera.
El nuevo desafío para los escalones es ir tratando de intercalar un pie y el otro al subir o bajar. Pero ya estamos hablando de asuntos avanzados, así que ya de por sí es una gran alegría.

A la tardecita hicimos cónclave familiar para definir una larga lista de comidas y preparaciones para empezar a planificar una división de tareas gastronómicas hacia adelante.

No, la lavada de platos no entra en ninguna instancia de negociación ni contrato. La abrochada es un hecho.

Miércoles, terminado.

Aprovechando el clima otoñal que lo vino permitiendo, doble jornada de jardinería. Poco a poco el jardín va recuperando su buena cara.

Dentro de una semana hay un nuevo control con uno de los cirujanos para evaluar la evolución de la cicatrización. Si las cosas resultan como creemos, posiblemente se dé por concluido el proceso de la herida, y seguramente podamos ponerle un elegante (y feliz) moño de cierre a los reportes diarios de este blog.

Veremos veremos.
 

Fin de martes.

Día de jardinería a todo motor. Sacando yuyos de macetas, podando, removiendo tierra y reacomodando. Como en los viejos tiempos.

A la noche, EL momento de la temporada: tras una buena tanda de empanadas por cabeza, cuando fui a levantar los platos me miró con ceja levantada: “¿Qué? ¿No hay más?”. Con papá nos miramos helados. Había más, claro. Y así fue como, por primera vez en más de cuatro meses y después de los kilómetros escritos sobre la falta de alimentación, ella comió más que nosotros. Momento inconcebible hasta hoy.

¿Ha nacido una piraña?
 

Cerrado el lunes.

Qué mejor estímulo que la Necesidad. Raro que falle. Así fue que hoy, queriendo encontrar no sé bien qué medias o abrigo con el rastro perdido en algún armario del piso de arriba, arremetió contra la escalera sin la más mínima duda y de un tirón estaba arriba.
Está clarísimo: una pizca más de práctica y estamos listos para subir y bajar haciendo coreografías de teatro de revista.

PD: lo de la lavada de platos es una batalla perdida.

 

Fin de domingo.

Actividad jardinista a tope: arreglo de macetas y canteros con ayuda del equipo de asistentes.

Parece ser que por sindicato está eximida de subir escaleras los domingos. Citó no sabemos qué artículo de qué tomo del estatuto del sindicato para excusarse. Ni idea. Cuestión que hoy, de la escalera, ni noticias. Veremos si la semana trae novedades, porque hay rumores sobre alguna intención de volver a la habitación del piso de arriba. ¿Será?
 

Finiquitación de sábado.

Y ocurrió el osobuco nomás.
Gran retorno triunfal a las artes del cocinar, y todos pipones, sonrientes y, muy sobretodo, felices por lo que significa.
Se rumorea que habría futuras incursiones culinarias en instancia de borrador. Veremos.

El proceso de preparación de la comida exigió bastante a nivel postural, tiempo de pie, idas y vueltas y energía, así que le dimos un descanso a escaleras y demás ejercicios por hoy.


 

Acabose otro viernes.

Finalmente, logramos la vacunación. Madrugón que valió la pena. Seguimos tachando casilleros.
Todavía no empezó a hablar ruso, y para las danzas cosacas todavía falta un poco de fuerza de piernas, pero subió y bajó varias escaleras y rampas yendo y viniendo durante el trámite, así que también valió como entrenamiento.

Por la tarde hubo bastante jardinería, lectura y series.

Pero esto, una vez más, no queda acá, porque para mañana ya está confirmadísimo el guiso de osobuco. Siguen los éxitos. Los clínicos. Y los gastronómicos.

Terminado el jueves.

Tras el atronador éxito de ayer, hoy nos dormimos un poco en los laureles. Pasa en las mejores familias.
Hubo un amague de vuelta manzana que no prosperó, y la escalera se usó ida y vuelta un par de veces hasta el escalón catorce. Vale como reposo después de los tremendos logros de estos últimos días.

Mañana se arranca bien temprano porque todo indicaría que la espera un turno de vacunación, después de un turno fallido que hoy se perdió por “turbiedades” misteriosas en la asignación de lugares.

Veremos si mañana se hace el gol.

 

Miércoles terminado.

Cuatro meses y un día después del comienzo de este terremoto cósmico, llegó el día.
Tras haber trepado la escalera dos veces hasta el decimotercer escalón por la mañana, por la tarde, frío en los pies mediante y avidez por encontrar “ESAS medias en particular”, sin mucho preámbulo anunció que subía para buscarlas. ¡Y SUBIÓ NOMÁS! Veinticuatro escalones. Cumbre histórica e inesperada. Alegría total.
Obviamente, aprovechó para revisar el estado de las rosas y demás plantas de la terraza. No se la iba a perder.
Por suerte, la bajada fue sin contratiempos y no hubo que recurrir a paracaídas ni sistemas de amortiguación.

Hoy también llegaron los resultados del último análisis de sangre: los valores mejoraron muchísimo. Si bien todavía persisten un poco dentro del rango de la anemia, comparado con los valores de los cuatro meses previos estamos en otro terreno.

Ah. Y sumó un anuncio gastronómico: quiere preparar puchero de osobuco.

Martes a toda orquesta.

Quizás fue por el clima cumpleañístico de la jornada, o quizás por puro envión de mejorías; la cuestión es que hoy el ataque sobre la escalera fue sin piedad: tres subidas y bajadas al hilo por la mañana hasta los escalones once, doce y doce respectivamente. Y por la tarde, vuelta a la carga: dos idas y vueltas consecutivas hasta el doce. Imparable.
Técnicamente, la suma de escalones ya sobra para hacer cumbre. Veremos si se da. Seguimos negociando los derechos de transmisión.

Mientras tanto, la herida está prácticamente cerrada.

Y para cerrar la fecha: brindis cumpleañero y pastafrola histórica.

Aplausos.

Intensísimo lunes.

Arrancamos con aventura a CEMIC a extracción de sangre: calles, veredas, escaleras y ascensores. Superado.

Horas después, un nuevo capítulo de escalera, con progresos. Una subida y bajada de diez escalones. Otra de once pegada. ¡Y otra más de once al hilo! Si se suman todos, la escalera ya es pan comido.

Más tarde se sumó al equipo de cocina para volver a dar cátedra de repulgue de empanadas. Dibujó en la cancha con la soltura del campeón.

Y para cerrar, un hito. Arremetió hacia la cocina y, sí señoras y señores: hizo con la maestría de siempre la tradicional pastafrola para el cumpleaños de papá, que es mañana, 16. El regreso de una Leyenda.

Un día con toda.


 

Domingo terminado.

Siguiendo con la seguidilla de Grandes Éxitos, hoy en la escalera tuvimos un avance hasta el décimo escalón (como siempre, ida y vuelta, dos veces), y la vuelta manzana se extendió a DOS manzanas.

Cerramos el kiosco temprano porque mañana toca análisis de sangre para ver cómo evolucionan las cosas. Y como vamos tomando confianza con los traslados, en vez de pedir que la toma de muestras fuese en casa, vamos de aventura al laboratorio.
Si a Mahoma no van a sacarle sangre, Mahoma va a que le saquen sangre. Algo así.


 

Fin de sábado.

Como si la vuelta a la manzana de ayer ya fuese historia superada, hoy se repitió otra vuelta, pero a OTRA manzana, más allá de la esquina. Porque acá somos así: nada de andar con chiquitas ni repetirse.

También marcó nueva marca en la trepada de escalera: noveno escalón. Dos veces. Ya arañando la mitad de camino.

Y si bien la lavada de platos sigue quedando afuera de las innovaciones, hoy tomó el mando de una parte del riego de plantas, que, como muchos sabrán, en esta comarca son algo más de "cuatro macetitas".

La presión política por los platos sigue en aumento.
 

Viernes terminado.

Y qué mejor día que un viernes para, finalmente, ¡dar la vuelta manzana completa! Éxito, papel picado y fanfarria. ¡Tremendo progreso!

Eso sí: después vino el dormirse en los laureles, porque de la subida de escalera hoy no hubo ni noticias.

Compensó, vale decir, dando una mano enorme con la previa de la cena, que venía complicada por horarios cruzados y líos varios. Así que avanzan las posiciones en el terreno culinario.

 

Ido el jueves.

Clavando firme la trepada de escalera en el octavo escalón. Ida y vuelta, dos veces. Quedan quince por delante.
La semi voltereta a la manzana también se mantiene en las mismas distancias.
Creemos que en cualquier momento se desata y rompe el molde y las marcas. El margen físico lo tiene; queda ganar seguridad y envión.

Igual que con la lavada de platos.

Ah, no… me dicen que eso sería otro tema...

En fin.

Balance de miércoles.

Plantó bandera en el octavo escalón de la escalera. La trepada es ardua, pero sigue sumando.

En la calle, dio media vuelta manzana y volvió. O sea, técnicamente fue una vuelta manzana, pero el registro Guinness no lo toma como válido, así que figura como dos medias vueltas manzana. La próxima llevamos un escribano y hacemos la certificación.

Dice todavía no sentirse en condiciones de aportar en la lavada de platos. Con tantos progresos en estos días, esto último está empezando a sonar un poco sospechoso.
 

Martes terminado.

Se acerca la vuelta a la manzana: hoy dobló en la esquina, llegó hasta la siguiente esquina y volvió. Media vuelta manzana, adentro.

La herida está cerrando increíblemente bien.

En la escalera la marca sigue en el séptimo escalón. Dos veces al día. Cuesta la subida, pero se persiste.

Hubo bastante actividad de jardinería y en la cocina se corrió la voz de un desafío, como quien no quiere la cosa: ¿se llega de acá a dos semanas en condiciones para preparar la pasta frola cumpleañera de papá?
(Música de suspenso. Títulos)

Fin de lunes.

Un escalón más en la escalera. Van siete. Y seguimos subiendo.
Y también volvió a la carga callejera: caminó de esquina a esquina, o sea que duplicó la marca de ayer.
Un nuevo logro que marca cambios: ya puede levantarse sin ayuda de las sillas del jardín, que son las más bajas y demandan mucha pierna para sentarse y levantarse.

La herida sigue mejorando mucho. Cada vez es más chica y va queriendo cerrar.

Avances chiquitos pero consistentes día tras día. Vamos bien. Falta, pero vamos bien.
 

Domingo terminado.

Y un día llegamos a la esquina.
Increíble.
Arreciaron críticas y rosarios a las veredas rotas. Pero se llegó. Y después de casi cuatro meses de aquel “como mucho es un día de internación”, significa un catálogo de obstáculos superados que nos cuesta creer.

La escalera sigue presentando una frontera dura en el sexto escalón. Pero se le va a ganar.

Además, se llegó caminando a la esquina. Más que justificado el festejo con asadazo que, además, por supuesto, es mandato médico para reponer proteínas en la recta final del cierre de la herida. Cumplimos al pie de la letra.

Moño de cierre al sábado.

La subida de escalera se mantiene hasta el sexto escalón.
Hubo caminatas varias intercaladas entre capítulos de series y sesiones de lectura. De las lastimaduras y golpes del porrazo ya casi no quedan rastros. Esa nos salió regalada.

La ayuda al equipo de cocina va en aumento. Un lujo. Aunque a algunas tareas particularmente “poco divertidas” les escapa ondeando el justificativo médico. A lugar. Por ahora se la dejamos pasar.
 

Otro viernes. Otra semana.

Hoy pasó a hacer visita semanal el médico que supervisa la internación domiciliaria. El balance general es bueno. Hizo la orden para análisis la semana que viene y ver cómo sigue el asunto de la bendita anemia.
También se sigue de cerca la retención de líquido en las piernas. Explicó una posible razón clínica de eso y cambió la medicación para buscar una mejoría.

Pasó también la enfermera para hacer hidrolavado de fachada.

Las tareas jardinistas siguen a ritmo sostenido: terminó el mantenimiento de todas las macetas de un sector, y parece que va a por más.

Hoy no hubo callejeada, pero sí un par de subidas y bajadas de escalera. Avanzamos al sexto escalón. Según declaró más tarde, “y eso porque hoy estaba cansada”.
La escalera tiene 23 escalones. Ya corren apuestas sobre la fecha de hacer cumbre. Aún no cerramos contrato para la televisación.

 

Fin de jueves.

Seguimos avanzando.
Los ensayos en escalera avanzaron del tercer al quinto escalón. Ida y vuelta varias veces. Gana en fuerza y seguridad. No podemos creerlo cuando la vemos.

También, como quien no quiere la cosa, llegamos a la vereda. Obviamente, la excusa propulsora fue jardinista: había que hacerle la peluquería al canterito de la vereda. Y allá se mandó.
Y quien dice vereda, dice esquina. En cualquier momento está dando la vuelta manzana haciendo ring raje.

También se sumó al equipo de cocina, que hoy tuvo jornada maratónica. Resultado de la colaboración: relleno para sesenta empanadas, entre otras cosas. Siempre pensando en la anemia, por supuesto.
 

Final de miércoles.

La visita al cirujano fue positiva: la evolución de la cicatrización con las curaciones de azúcar sigue muy bien. Sacaron algunos puntos (sí, casi cuatro meses después de las cirugías, todavía había puntos… ¡y quedan más!). En veinte días se vuelve a revisar.

Le dieron el visto bueno para empezar a bañarse con normalidad: en un baño. Con ciertos recaudos, para no complicar la cicatrización, pero es un pequeño gran paso en dirección a la normalización.

Hoy hubo una sesión intensiva de jardinería, bastante lectura, alguna serie y un nuevo avance: empezó a ensayar subir y bajar varias veces los primeros tres escalones de la escalera a la planta alta.
La mano viene clarísima: si no escapa por la puerta de calle, lo hará por los techos.

Cerramos el martes y nos preparamos para la visita de mañana a uno de los cirujanos. Por lo que nos parece a nosotros, la curación de la herida viene a muy buen ritmo. Habrá que ver si lo confirma el que sabe.

Hoy hubo varias subidas y bajadas por escalones y ya se habla de ir arrimando la tropa a la puerta de calle. ¿Será que la tendremos clavando bandera en la vereda en los próximos días? Veremos veremos…

 

Fin de lunes.

Nos impresiona darnos cuenta de que estamos a 20 días del otoño pero para nuestra cabeza todavía no pasaron ni las fiestas. Una experiencia extrañísima de distorsión de tiempos y espacios.

Hoy fue un día bastante bueno. Poco movimiento físico, pero hacemos la vista gorda por ser primero de mes.

Desde hace un par de semanas se está siguiendo la evolución de una retención de líquido en las piernas mayor que lo deseable y que trae molestias. Se probó con algunas combinaciones de medicación que aún no dan en la tecla, así que se sigue detrás del tema.